Del dolor maestro. Del amor incondicional |
Siento agradecimiento de haberte conocido.
Tengo presente la suavidad de tu trajecito, la ternura de las almohaditas de tus patas. Tus bigotes blancos y enormes. Y tus ojitos color verde esperanza.
Tengo presente tus soniditos especiales, que siempre hacías y que te dabas a entender tan claro.
Tengo presente la primera vez que nos vimos y la magia de ese primer encuentro. Cuando fuiste obsequio de una gran amiga y ahora entiendo que fuiste un obsequio trascendental en mi vida.
Tengo siempre presente tus años de juventud, cuando salías a la vereda a jugar con amigos.
Extraño y lo siento en el centro del pecho. Creo que me llega esa sensación hasta la boca del estomago. Siento una ligera presión, y por momentos es como tener piedras sobre mi corazón.
Extraño y me da tanta ternura recordar que fuiste tan compañero. Sobre todo en mis épocas de estudio de cosas que ya no me gustaban. Extraño en las mañanas cuando te metías a la habitación y me tocabas la cara hasta despertarme. Ni hablar de lo intenso que te ponías si entraba al baño; te enojabas si cerraba la puerta.
Gracias por tanta presencia. Me duele no haberla aprovechado más.
En el fondo yo sabia que ibas a doler mucho cuando te fueras. Por eso siempre te sacaba fotos, te dejaba hacer lo que quisieras y te alzaba como bebé, porque para mi, siempre serás mi bebé.
Gracias por tanta sabiduría, por enseñarme atravesar umbrales de miedo y dolor, y que aun así, la vida sigue.
Hoy mi mamá me mando este collage por Wspp. Gracias por haber estado acompañándola a ella, las veces que me iba a trabajar por tantas horas fuera de casa. Gracias también por enseñarme a entender la muerte como una etapa más de vida. Ese noche que te fuiste, reconociste tu almohadón, tu tarrito con comida. Reconociste mi voz y reconociste la luz guía que te vino a buscar.
Sé con certeza que te encontras experimentando la grandeza del universo, que estas en el Hogar.
Te veo y te reconozco en las mariposas, en el sol brillante, en otros gatos, en la inocencia de algún otro ser y en las efímeras estrellas fugaces.. Te amo Shiva. Mi danzarín cósmico que baila eternamente junto al Creador. 🤍
En esta foto, él estaba muy cansado. Tenía los bigotes caídos. Sus carita había cambiado por completo. Tenia las pupilas dilatadas y ya no respiraba. Fue la ultima foto que le saque con el poco hilo de vida que le quedaba. Le besé toda su carita, le dije que lo amaba, que se entregara a los brazos del Señor y que se fuera. Pero cada vez que le hablaba él hacía un esfuerzo enorme por levantarse y mirarme. Esa noche junto con mi madre, prendimos velas, inciensos, y pusimos un mantra al Dios Shiva para que lo acompañara en la transición al plano elevado. Y después de unas horas de vigilia, decidimos dejarlo solo un ratito. Y cuando lo hicimos, sentimos desde la otra habitación de mi casa un gran suspiro. Fue suspiro de dolor, de alivio, de ultima chispa de vida en la tierra, y el primer suspiro como chispa de vida eterna.
A los minutos fuimos a verlo. Ya había abandonado su cuerpo físico. Estaba tieso. Con los ojos abiertos y dilatados. Su boquita también estaba abierta. Sus patitas estaban duras y su cola estaba toda crespa. Se le había ido el brillo natural de su pelaje. Lo agarre y supe que mi hijo ya no estaba. Estaba frio. Decidimos envolverlo en un lienzo blanco que tenía mi mamá. Y acompañarlo con sahumerios y más velas prendidas. Llore toda esa noche.
Al día siguiente juntamos todas sus pertenencias, hasta su recipiente de la comida y junto con sus restos, lo quemamos. El fuego agarro rápido. Sobre las llamas altas sobre voló por unos instantes una mariposa blanca que apareció de la nada. Vimos como transmutó. Fue la maravilla más dolorosa que había vivido hasta ese momento: ÉL HABIA MUERTO. HABÍA TRANSMUTADO y ahora formaba parte del TODO.
Te amo hijito mío. Mi pequeño guapo. Gran Maestro del amor incondicional.
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